LEGAZCUE O LEGAZKUELEGAZCUE O LEGAZKUE------ Fernando Rojo Hoy es un día triste para todos, por eso quiero compartir esta imagen que refleja mi sentimiento ante la decisión de un tribunal europeo que nuevamente nos pasa por alto nuestra independencia como nación. D.E.P. España. http://www.elecodejumilla.es/.../2013/03/bandera-lazo1.jpg Me gusta NO MAS ETA-------- actualidad y medios

domingo, 17 de noviembre de 2013

maldice el día en que nació

Job 3 (RV60) -Job maldice el día en que nació 1 Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día. 2 Y exclamó Job, y dijo: 3 Perezca el día en que yo nací, Y la noche en que se dijo: Varón es concebido. 4 Sea aquel día sombrío, Y no cuide de él Dios desde arriba, Ni claridad sobre él resplandezca. 5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; Repose sobre él nublado Que lo haga horrible como día caliginoso. 6 Ocupe aquella noche la oscuridad; No sea contada entre los días del año, Ni venga en el número de los meses. 7 ¡Oh, que fuera aquella noche solitaria, Que no viniera canción alguna en ella! 8 Maldíganla los que maldicen el día, Los que se aprestan para despertar a Leviatán. 9 Oscurézcanse las estrellas de su alba; Espere la luz, y no venga, Ni vea los párpados de la mañana; 10 Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondió de mis ojos la miseria. 11 ¿Por qué no morí yo en la matriz, O expiré al salir del vientre? 12 ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y a qué los pechos para que mamase? 13 Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; Dormiría, y entonces tendría descanso, 14 Con los reyes y con los consejeros de la tierra, Que reedifican para sí ruinas; 15 O con los príncipes que poseían el oro, Que llenaban de plata sus casas. 16 ¿Por qué no fui escondido como abortivo, Como los pequeñitos que nunca vieron la luz? 17 Allí los impíos dejan de perturbar, Y allí descansan los de agotadas fuerzas. 18 Allí también reposan los cautivos; No oyen la voz del capataz. 19 Allí están el chico y el grande, Y el siervo libre de su señor. 20 ¿Por qué se da luz al trabajado, Y vida a los de ánimo amargado, 21 Que esperan la muerte, y ella no llega, Aunque la buscan más que tesoros; 22 Que se alegran sobremanera, Y se gozan cuando hallan el sepulcro? 23 ¿Por qué se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir, Y a quien Dios ha encerrado? 24 Pues antes que mi pan viene mi suspiro, Y mis gemidos corren como aguas. 25 Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía. 26 No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Comentario a Job 3 Fuente: "Comentario Exegético-Devocional A Toda La Biblia." Libros poéticos - Job -Tomo-2. Editorial CLIE. ^Subir «Habéis oído la paciencia de Job ». dice Santiago (5:11). Sí, ya la hemos oído y leído; pero ahora vamos a ver también su impaciencia. En este capítulo le vamos a ver «maldiciendo su día». I. Quejándose de haber nacido (vv. 1-10). II. Quejándose de no haber muerto tan pronto como nació (vv. 11-19). III. Finalmente, quejándose de continuar viviendo en medio de su miserable estado (vv. 20-16). Versículos 1-10 Siete días y siete noches de silencio hacen madurar los falsos juicios de los amigos de Job, pero avivan también el fuego que abrasa el pecho del afligido, hasta que sobreviene la explosión. Ellos no querían decir lo que pensaban por no añadirle pesadumbre; él no se atrevía a expresar lo que sentía por no ofenderles. Al fin, habla... para maldecir. I. Lo extremo de su situación, con el siguiente destemple de su ánimo, puede servir de atenuante, pero no le excusa totalmente de culpa. Se olvida ahora de los muchos días felices, lo de las vacas gordas, consumidas ahora por las feas y flacas (Gn. cap. 41), y sólo considera el mal presente, por lo que desea no haber nacido. El profeta Jeremías se expresó en términos parecidos (Jer. 15:10; 20:14 y ss.). No hay quien pueda hallarse en este mundo en una situación tal, a no ser por su culpa, en que no pueda dar gracias a Dios por haber nacido. Si recibe con fe el mensaje del Evangelio, sabrá que todas las cosas (aún las más adversas) cooperan para bien de los que aman a Dios (Ro. 8:28) y que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera (Ro. 8:18). Es cierto que, si no hubiese otra vida, las aflicciones y los dolores de la presente son tantos y tan grandes que nos veríamos tentados a decir con Etán: ¿Habrás creado en vano a todo hijo de hombre? (Sal. 89:47). Pero para honor de la gracia de Dios, observemos que, aunque sean muchos los que hayan maldecido el día de su primer nacimiento, no hay nadie que jamás haya maldecido el de su segundo nacimiento, cuando recibió la salvación y la vida eterna. II. Job maldijo su día (v. 1), pero no maldijo a Dios -estaba cansado de vivir, y se habría despedido alegremente de esta vida, pero no estaba cansado de su piedad y no la deja extinguirse. La disputa entre Dios y Satanás con respecto a Job no era sobre si tenía alguna debilidad y estaba sujeto a pasiones semejantes a las nuestras (esto se daba por supuesto), sino sobre si era un hipócrita que, si llegaba a ser provocado, habría de maldecir a Dios. Y, sobre esto, Job salió triunfante de la prueba. Las expresiones con que Job dio forma a sus maldiciones están llenas de imaginación poética y de arrebatamiento pasional. No hay razón para que las examinemos con microscopio. Baste notar, en cuanto a la maldición de su día, el día de su nacimiento: 1. Su deseo de que tal día no vuelva a revivir en el ciclo anual, sino que desaparezca como borrado del calendario, hasta el punto de que Dios se olvide de él (w. 4-6) ¡Que el día aquel represente la actual condición de Job , cuyo sol se ha puesto al mediodía!. 2. Su deseo de que la noche en que se anunció su nacimiento quede privada de todo gozo (v. 7) y se alargue tanto que nunca jamás pueda ver los parpadeos del alba (v. 9 ¡Bellísima metáfora! Comp. con Sal. 139:9). 3. Su deseo de que tal noche sea objeto de maldición por parte de todos; especialmente, de los expertos en «despertar a Leviatán » (v. 8). La imaginación oriental atribuía a Leviatán, monstruo marino, el poder nefasto de convertir en tinieblas el día más esplendoroso. Es, pues, un deseo de que se alargue la noche. No faltan, sin embargo, exegetas que opinan que hay una transposición de los versículos 7 y 8, que deberían invertirse, colocando el versículo 8 delante del 7, y aun del 6. Versículos 11-19 Como si la explosión de su pecho hubiese amenguado el ardor de las primeras llamaradas al lanzar al viento su más virulenta maldición, Job parece admitir su concepción y hasta su nacimiento, pero desea haber muerto en la más tierna infancia. Tampoco se expresa ahora en forma de maldiciones, sino de preguntas. La vida en sí pasa a ser, para Job, inútil; es preferible el sepulcro. Vemos, pues, hasta qué punto se engañó Satanás cuando dijo (2:4): «Todo lo que el hombre tiene dará por su vida », pues nunca hubo quien estimase su vida menos que Job. I. Muy desagradecido se muestra Job al quejarse de la vida y desear no haber sido dado a luz (vv. 11,12). Consideremos cuan débil y desvalida criatura es el hombre cuando viene al mundo y cuan delgado es el hilo de la vida en sus comienzos. ¡Con cuánta misericordia y ternura cuidó de nosotros la providencia de Dios cuando entramos en el mundo! ¡Y cuánta vanidad y esfuerzo inútil (Ec. 1:14) le espera al hombre en esta vida! Si no tuviésemos un Dios a quien servir en esta vida, y mejores cosas que esperar en el mundo venidero, si consideramos nuestra capacidad natural y los problemas que nos rodean y acosan, nos sentiríamos tentados a desear haber muerto en la matriz . Pero, por amarga que nos resulte la vida, hemos de decir: «Las misericordias de Yahweh no se han acabado » (Lam. 3:22. Lectura más probable). El odio a la vida es contrario al sentido común y al sentimiento, tanto de la humanidad en general, como al nuestro propio cuando nos encontramos lo suficientemente serenos. Cuando el viejo de la fábula, cansado del peso de su carga, la arrojó desesperado e invocó a la Muerte, y ésta compareció y le preguntó qué deseaba, respondió él: «Nada; únicamente que me ayudes a cargar mi saco». II. Aplaude con pasión a la muerte y al sepulcro y parece que está enamorado de ellos. El deseo de morir y estar con Cristo, para estar libres de pecado y revestidos de aquella nuestra habitación celestial (2 Co. 5:2), es efecto y evidencia de la gracia; pero el deseo de morir únicamente por estar tranquilo en el sepulcro y libre de las aflicciones de esta vida, huele a corrupción. Job se consume con el pensamiento de que, si estuviese en el sepulcro, haría compañía a los que en esta vida han gozado de los mayores privilegios: los reyes y nobles que han edificado para sí monumentos sepulcrales (v. 14), y los potentados que nadaron en dinero (v. 15), pero tuvieron que dejarlo todo. La muerte mezcla cetros con palas y azadones. No tiene acepción de personas: presos y libres (v. 18), esclavos y dueños (v. 19), son medidos por el mismo rasero. Siete pies de tierra bastan para albergar al monarca más opulento y al mendigo más andrajoso. Ahora que Jesucristo ha sacado a la luz la vida inmortal por medio del Evangelio (2 Ti. 1:10), los creyentes pueden hablar de la muerte como «ganancia» (Fil. 1:21), pero todo lo que el pobre Job podía desear era verse libre de problemas (v. 16), de perturbadores y fatigas (v. 17) y de esclavitud (v. 18). La muerte da suelta a los presos, alivia a los oprimidos y manumite a los esclavos. Versículos 20-16 Job vuelve ahora a quejarse de que una vida de miseria y tormento no se acabe pronto. 1. Aunque no se atreve a culpar a Dios, lanza Job una indirecta en tercera persona; «¿Por qué ha dado (lit) luz al desdichado, y vida al amargado de alma ?» (lit.). La vida es llamada luz (comp. Jn. 1:4) por el servicio agradable que ambas prestan para caminar y para trabajar. Pero esta vida es como luz de candela: cuanto más tiempo alumbra, antes se gasta. Esta luz es un regalo, pero Job reconoce que, para los atormentados, es un regalo indeseable, pues es una luz que sólo sirve para alumbrar miserias. Desear ansiosamente una muerte que no llega es para Job un tormento redoblado. No se da cuenta de que la extensión de nuestra vida debe ajustarse a la medida de la voluntad de Dios, no de la nuestra. La imagen de «excavar» (v. 21. lit.) con el afán de hallar un tesoro nos da la idea del afán que aquí expresa Job por salir de este mundo. 2. Piensa Job, en particular, en su dolor actual, imaginándose que no se va a acabar jamás. Una impaciencia tal, aunque explicable, no tiene justificación y muestra tremenda ingratitud hacia el Dador de la vida. La gracia nos enseña a estar dispuestos a morir en medio de los mayores consuelos, lo mismo que a vivir en medio de los mayores problemas. Job no halla ningún consuelo (v. 24): Mis suspiros son mi pan de cada día. Su pesadumbre aparece tan puntualmente como los tiempos de yantar, de modo que ése es su alimento cotidiano. El temor que le espantaba se refiere, con toda probabilidad, a los continuos sobresaltos que le oprimían cuando, una tras otra, iban cayendo sobre él las calamidades que se nos refieren en el cap. 1. El v. 23, que Job se aplica ya a sí mismo es un índice de su congoja y perplejidad. Él había sido un hombre íntegro, temeroso de Dios (1:1), temeroso de que sus hijos ofendieran a Dios mientras banqueteaban (1:5), temeroso de que sus criados pudiesen ofender a sus vecinos. Pero ahora estaba espantado por no saber qué pensar de la forma con que Dios le trataba (v. 23) al no hallar ninguna salida a su situación. Los hombres caen en la desesperación cuando parece que se les cierran todas las puertas y no se filtra ningún rayo de luz por entre las negras nubes que cubren el firmamento de la vida. | Ir arriba | Regresar al Indice | - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - o - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - FUENTE Adorador > Sección Libro de Job > Job 3

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